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REFLEXIONES…
Hola, amigos, ¿qué tal? Merhaba, arkadaslar, ¿nasilsiniz?
Muchas personas llaman a Dios Padre, Jesús, Yahvé, Jehová, lo importante es hablar de Dios como un Dios de amor. Pero ¿por qué estas diferencias?
Los israelitas del Antiguo Testamento empleaban muchos nombres para referirse a Dios. Todos estos nombres expresaban una relación íntima de Dios con el mundo y con los hombres.
Por ejemplo, en Exodo 6, 7 encontramos en el texto hebreo el nombre “Elohim”, que en castellano significa: “El Dios fuerte y Poderoso”.
En el Salmo 94 encontramos “Adonay” o “Edonay”, que en castellano es “El Señor”.
En Génesis 17, 1 se habla de Dios como “Shadday” que quiere decir el Dios de la montaña.
El profeta Isaías (7, 14) habla de “Emmanuel” que significa “Dios con nosotros”.
Y hay muchos nombres más en el A. T., como, por ejemplo: Dios Poderoso, el Dios Vivo, el Santo de Israel, el Altísimo, Dios Eterno, El Dios de la Justicia, etc.
Pero el nombre más empleado en aquellos tiempos era “Yahvé” que significa en castellano: “Yo soy” o “El que es”, “Yo soy el que soy”. (Éxodo 3)
La palabra Yahvé, es una palabra hebrea, el hebreo es el idioma de los israelitas o judíos del Antiguo Testamento. En este idioma no se escribían las vocales de una palabra sino únicamente las consonantes. Era bastante difícil leerlo correctamente, porque al leer un texto hebreo, uno mismo debía saber de memoria qué vocales tenía que pronunciar en medio de las consonantes.
El nombre de Dios: “YO SOY” se escribía con estas cuatro consonantes: Y H V H que los judíos pronunciaban así “Yahvé”, y en castellano se escribe YAVE. La pronunciación “Yahvé” es sin duda la pronunciación más correcta del hebreo original para indicar a Dios como “Yo soy el que soy” (Los judíos del A.T. nunca dijeron Jehová).
Sin embargo, escuchamos con frecuencia quienes lo llaman Jehová, los israelitas del A.T. tenían un profundo respeto por el nombre de Dios: “Yahvé”. Era el nombre más sagrado de Dios, porque Dios mismo se había dado este nombre.
Con el tiempo los israelitas, por respeto al nombre propio de Dios, dejaron de pronunciar el nombre de “Yahvé” y cuando ellos leían en la Biblia el nombre de “Yahvé”, en vez de decir “Yahvé” dijeron otro nombre de Dios: “Edonai” (el Señor). Resultó que después de cien años los israelitas se olvidaron por completo de la pronunciación original (Y H V H, Yahvé) porque siempre decían “Adonay” (el Señor).
En la Edad Media (1.000 a 1.500 años después de Cristo) los hebraístas (que estudiaban el idioma hebreo antiguo) empezaron a poner vocales entre las consonantes del idioma hebreo. Y cuando les tocó colocar vocales en la palabra hebrea Y H V H (el nombre antiguo de Dios) encontraron muchas dificultades.
Por no conocer la pronunciación original de las cuatro consonantes que en las letras castellanas corresponden a YHVH y en letras latinas a JHVH, y para recordar al lector que por respeto debía decir: “Edonay” en vez de “Yahvé”, pusieron las tres vocales (e, o, a) de la palabra Edonay; y resultó Jehová en latín. Es decir: tomaron las 4 consonantes de una palabra (J H V H) y metieron simplemente 3 vocales de otra palabra (Edonay) y formaron así una nueva palabra: Jehová.
Está claro que la palabra “Jehová” es un arreglo de dos palabras en una. Por supuesto la palabra “Jehová” nunca ha existido en hebreo; es decir, que la pronunciación “Jehová” es una pronunciación defectuosa, mal utilizada del nombre de “Yahvé”.
Todos los hebraístas modernos (los que estudian el idioma hebreo) están de acuerdo que la manera original y primitiva de pronunciar el nombre de Dios debía haber sido “Yahvé” y no “Jehová”.
“Yahvé” es una forma del verbo «havah» (ser, existir) y significa: “Yo soy el que es” y “Jehová” no es ninguna forma del verbo “ser”, como lo hemos explicado más arriba. Por eso la Iglesia Católica tomó la decisión de usar la pronunciación original “Yahvé” en vez de “Jehová”, además los israelitas del tiempo de Moisés nunca dijeron “Jehová”.
Víctor Martínez piensa, que, no sirve de mucho discutir por el nombre antiguo de Dios. Jesús vino a aclarar el misterio más profundo que hay en el Ser Divino: “Dios es amor”, es un “Padre” que ama a todas sus creaturas y los hombres son sus hijos queridos. Jesús mismo nos enseñó que debemos invocar a Dios como “nuestro Padre” (Mt. 6, 9).
Este mensaje ha llegado a todos ustedes como cortesía de Punto Creativo.
Hasta la próxima.